El valor de las marcas
Veamos. De todos es sabido el valor que puede tener una marca de reconocido prestigio y la necesidad de defenderla. Por tanto, registrarla- de cara a posibles ataques, copias o cualquier manera de aprovecharse de manera ilícita de la imagen que proyectan. Pero quizá no se tenga tan claro lo conveniente que es este marco para empresas que no buscan reconocimiento por su nombre. Para ello vamos a poner un caso ficticio pero no improbable, la única diferencia entre este caso y otro real es que los datos referentes a nombres y productos son producto de mi imaginación.
Pongamos al señor Javier Pérez, carpintero de profesión. La carpintería del señor Pérez lleva funcionando desde el 19 de Febrero de 1996, justo un mes después de que la empresa donde trabajaba anteriormente quebrara. Se arriesgó, empezó trabajando como autónomo haciendo pequeños trabajos y con mucho esfuerzo y buen hacer ha conseguido hacerse un hueco en el mercado. Tiene cuatro operarios, va a ampliar sus instalaciones, parece que no le va nada mal. Como uno de los empleados es su sobrino de 22 años y Javier es una persona inquieta se empieza a interesar por las nuevas tecnologías a base de ver "al chaval" predicar con el ejemplo. A sus cincuenta años descubre el enorme potencial de internet y se le ocurre una nueva idea de negocio, algo con lo que jubilarse por todo lo alto un poco más adelante, por qué no, un poco antes de lo que pensaba hacerlo. Bienvenido a la era moderna, Javier.
Nuestro hombre es un señor que ha luchado por cada euro que ha ingresado en su cuenta corriente desde hace casi veinte años, no es para nada derrochador. Conoce bien su oficio, descubre un nicho de mercado, decide invertir una buena parte de sus ahorros en un centro de mecanizados de última generación para ofrecer llaveros, figuras, rótulos en madera o cualquier tipo de trabajo similar por la red. "Menudo negocio", piensa.
La empresa de Javier, "construcciones de madera Pérez", contrata una empresa que desarrolla una página web de última generación donde oferta sus servicios, los clientes los pueden contratar directamente a golpe de clic y con una tarjeta de crédito en la mano. En 48 horas está servido su pedido, qué idea más original la del espejo de madera personalizado o el nombre de tu mascota labrado en madera, listo para pegar en su caseta. "Esto funciona"Â, se dice Javier. El primer mes su reciente idea empieza a dar frutos, es increíble que a nadie se le haya ocurrido antes, la web "labradosonline.com" tiene miles de visitas diarias y docenas de presupuestos, ¡qué alegría para el afortunado creador!
Pero cometen un error. Tanto el señor Pérez como la empresa encargada del desarrollo de la web no tienen en cuenta la importancia que tiene registrar su marca, "labradosonline.com", para que nadie se la copie, por no hablar de que desde que se creó, "construcciones de madera Pérez" sigue sin registrar como marca, a pesar de tener un logo muy característico incluido en todas las facturas, tarjetas de visita, rótulos de vehículos ". Su "imagen corporativa", en resumen.
Un buen día, por ejemplo seis u ocho meses después de abrir la página web, reciben un burofax de, qué casualidad, la empresa "labradosonline", instándoles a cambiar de nombre dado que ambos se llaman igual y tienen los mismos signos distintivos pero ellos sí que tienen las marcas registradas. Javier se enfada muchísimo y, tras pasar un par de días despotricando contra ellos, decide ignorarles "porque yo tengo la razón, llevo veinte años con este nombre y he pagado el dominio de internet".
Pasan los meses. Un buen día nuestro protagonista se encuentra con una carta certificada, proviene del juzgado. Firma, abre, se encuentra con una notificación, la empresa "Labrados en madera, SL", propietaria de la marca "labradosonline", ha decidido iniciar una demanda judicial -demanda por infracción de marca para ser más exactos-. El motivo es que, a pesar de haber sido notificada, la empresa demandada ha hecho caso omiso vulnerando los derechos de la marca registrada en la OEPM, "labradosonline". Le demandan por un importe correspondiente a la tercera parte de sus ingresos, como la idea ha sido pionera y esta empresa ha invertido una suma considerable los ingresos son bastante elevados.
Javier acaba de darse cuenta del error que cometió en su día, pero ya no sirve de nada. Decide hacer las cosas bien esta vez, contacta con una empresa especializada en Propiedad Intelectual e Industrial que, a pesar de ser conscientes de la realidad de nuestro protagonista, tiene que facturarle una serie de honorarios porque es lo que hacen las empresas cuando desempeñan un trabajo.
Un abogado especialista estudia su caso, se pone en contacto con la empresa demandante y consigue, tras mucho negociar, un acuerdo lo más beneficioso posible. La empresa se compromete a retirar la demanda si el demandado se hace cargo de todas las costas judiciales y a su vez firma un acuerdo de limitación, en este caso la empresa de Javier debe renunciar a la venta por internet bajo ningún tipo de nombre. En el contrato también se acuerda ceder todos los dominios con la expresión "labradosonline" en propiedad del demandado a la empresa demandante.
Menudo disgusto para quien, para más INRI, es el creador original. Pero al no proteger su idea de negocio convenientemente se ha convertido en la víctima de una empresa con métodos más que discutibles desde el punto de vista moral, pero sin ninguna discusión desde la legalidad. A pesar de que la empresa contratada para defenderle le asesora convenientemente, indicándole la posibilidad de retomar la idea inicial bajo otra razón social diferente, nuestro amigo Javier está tan cansado de la batalla anterior que decide dar un paso atrás, vender la máquina perdiendo la mitad de su valor y "dedicarse a lo que sabe". Traducido al castellano, ha sufrido unas pérdidas económicas 100 veces superiores al precio que hubiera pagado inicialmente por proteger su marca durante 10 años.
Desconozco si los lectores de este texto habrán encontrado una moraleja en esta historia. Al creador se le ocurren varias, la primera de ellas es que "muchas veces la realidad supera a la ficción". A todos los interesados, mi consejo es que no actúen como Javier y, cuando menos, se interesen y se dejen asesorar en este aspecto mucho más importante de lo que a priori pueda parecer.